El precio que paguemos por una acción tiene que estar relacionado con los retornos presentes y futuros esperados. Si se nos invita a meter dinero en un determinado negocio, la pregunta obligada es ¿cuánto se gana por unidad de participación? Es decir: cuál es el beneficio por acción (BPA). Si se nos dice que, de momento, pierden dinero, lo primero que debemos pensar es que nos avisen cuando ganen. Los términos de caro o barato son muy relativos y lo que hoy parece caro, mañana puede no serlo. Pero es necesario establecer unas pautas, basadas en experiencias pasadas. Si esa experiencia es extrapolable al momento actual y a la empresa en cuestión, es muy discutible. Y posiblemente nos equivocaremos en muchas ocasiones y dejaremos de participar en empresas que hoy nos parecen caras y luego, con el paso del tiempo, comprobaremos que no lo eran. Este riesgo forma parte del juego, pero en su faceta menos peligrosa: dejar de ganar. Si establecemos unos criterios apoyados en malas experiencias pasadas y guiados por la prudencia y el sentido común, evitaremos cometer errores groseros que, al fin y a la postre es la mejor forma de, piedra a piedra, ir ganando dinero en Bolsa.
Se dice que una acción vale hoy lo que el mercado esté dispuesto a pagar por ella, y no es correcto. Habría que decir "una acción cuesta hoy..." Keynes solía decir que es totalmente correcto pagar tres veces el valor de algo en la medida que más adelante se encuentre a un inocente dispuesto a pagar cinco veces. ¿Y si no aparece el inocente y somos el último comprador, algo que siempre le ocurre a alguien? ¡Pues nos hemos lucido!